domingo, 1 de mayo de 2011

La muerte en la Edad Media.

DANZA GENERAL DE LA MUERTE

Este documento es un texto sumamente crítico. No adquiere unos tintes políticos, ni se trata de un texto crítico con individualidades concretas, pero sí contiene un diagnóstico social que debemos considerar como una vertiente de la poesía crítica del momento.

Debemos comparar este texto con un texto de Juan de Mena (1411-1456) titulado Razonamiento que Juan de Mena faze con la muerte y con las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique (vive aproximadamente entre 1440 y 1479). Ya que la Danza general de la muerte tiene una datación hipotética a mediados del siglo XV y en 1520 encontramos una versión ampliada. Y a pesar de estar todas escritas aproximadamente en la misma época y que en los tres casos nos encontramos con textos en los que la temática principal es la muerte y la reflexión de lo que ésta significa, el texto que estudiaremos con posterioridad, de Jorge Manrique es un texto atípico.

La Danza general de la Muerte es un texto crítico dirigido a personajes que representan un determinado grupo social. La muerte aparece personificada y funciona como un personaje, un personaje al que se le pueden atribuir características físicas como el hecho de poseer un arco y una flecha. No es una representación física propiamente pero sí es una representación iconística.

En los cuatro primeros versos aparecen tres tópicos relacionados con la doctrina cristiana: homo viator, peregrinatio vitae, y tempus fugit. Y anteriormente aparece un prólogo que explica el sentido de esta danza general. Además se adelanta al hecho de que digan lo que digan las voluntades contradictorias del resto de personajes será la muerte la que se imponga y la que en, última instancia, obrará según su voluntad. La crítica social es en este texto un elemento subsidiario.
Si nos referimos a los tres tópicos anteriores se impone también, aunque no se una referencia explícita, hablar de Dios y de la salvación del alma, ya que estas ideas terminan siendo veladas por la aparición de la muerte, haciendo incluso que la voluntad divina que lleva las riendas de la vida de los hombres quede completamente velada.

Frente a la idea de la salvación del alma se hace hincapié en el momento preciso del tránsito que es el momento de la muerte. Se trata de una muerte que se impone a los demás personajes y además se impone como un contratiempo: muerte a deshora.

El hecho de que sea una danza subraya aún más la fuerza ineluctable de la muerte, ya que danzar es un hecho lúdico que todo el mundo realiza por diversión y, en este caso la segunda parte de la pareja no quiere danzar.

Los personajes que salen a bailar son en primer lugar dos doncellas, pero a continuación se establece una jerarquía en la aparición de personajes tanto en lo religioso como en lo civil: santo padre, emperador, cardenal, rey...

Los únicos personajes que no tienen jerarquía son las dos doncellas que salen a bailar primero, destacan por su hermosura, por su juventud, y puesto que hace de ellas sus esposas podríamos representar a la muerte como un personaje masculino.

El tránsito entre la vida y la muerte para estas doncellas presupone una inversión de los valores que convierte los placeres de la vida en aspectos macabros, con lo que los efectos de la muerte se acentúan. Es decir, se subraya la llegada de la muerte, pero una muerte a deshora, por tanto, se establece un contraste y es en el momento en que se pasa al orden jerárquico que representa el poder igualitario de la muerte. Pretende demostrar con ello que ante la muerte todos somos iguales, independientemente de la adscripción social, categoría o pertenencias.

La procedencia de las Danzas de la muerte parece que surge en Europa desde finales del siglo XIV y en este sentido de aparición de la Europa Occidental parece que tiene que ver con el clima de pesimismo generalizado que se instaura en los últimos estadios de la Edad Media: la crisis económica, la mortalidad por peste negra, la hambruna... todo ello propicia la aparición de estos textos y de imágenes visuales de la muerte.

La aparición de órdenes de frailes predicadores que en sus sermones instan al pueblo al arrepentimiento de todos sus pecados, llamando la atención no en los beneficios que conlleva, sino en la propia idea de la muerte en sus aspectos negativos y macabros, hace que esta imagen de la muerte pase a la literatura. Se desoncen las vías, pero antes hay muestras de representaciones iconográficas, particularmente en Francia nos encontraremos con el Cementerio de los inocentes de París, en cuyos frescos fechados hacia 1424 observamos estas representaciones de la muerte participando en una danza donde los danzantes son esqueleto, pero no totalmente descarnados, sino en estado de descomposición. A partir de ahí, la imagen de la muerte se representa como un ser activo encarnado en un personaje de literatura encargado de forma ineluctable de segar las vidas humanas.

La versión conocida de la Danza de la muerte castellana parece datada en 1503, pero parece estar realizada a fines del siglo XIV y principios del siglo XV. Esta edición impresa en Sevilla no posee representaciones iconográficas de la muerte.

El texto castellano se inscribe dentro de la tradición española considerando el hecho de que la muerte aparece ante todos los hombre y la reacción de todos los convidados a no acompañar a la muerte en el baile parece una reacción unánime, porque los convidados se aferran a los bienes temporales (juventud, riqueza, poder, ambición...). En este texto encontramos ese poder igualador de la muerte en la que se produce una democracia de ultratumba a la que la muerte somete.

Sólo dos de los invitados a la danza aceptan la imposición de su baile y lo que ello significa: en primer lugar, en el verso 470 encontramos un ermitaño, la muerte no llega a deshora, sino que es un invitado ya viejo que, aunque de entrada se reproduzca el miedo que esa invitación le produce, se encomienda a Jesucristo. El ermitaño se presenta como un personaje que ha renunciado a todo lo terrenal, y a pesar de todo la presencia de la muerte le provoca miedo. En segundo lugar, encontramos una aceptación mucho más clara, se trata de otro de los personajes convidados pertenecientes a la jerarquía eclesiástica, es un monje (verso 405). Se trata del único personaje que acata el momento del tránsito porque sabe que es por voluntada divina.

La réplica de estos dos personajes nos hace ver la inversión de valores dentro de un texto como es la Danza general de la muerte. Lo que se pone de relieve es, sobre todo, el miedo al abandono de los placeres terrenales.

El tono de la muerte a lo largo del texto es amenazante, del mismo modo que podemos decir que son agresivas las imágenes que aparecen en el texto para describir a al muerte, por ejemplo en el verso 41 lazos parados hace referencia a una imagen agresiva que remite a la caza.

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